María Isabel Cordero se reconoce feminista y de izquierda. Es la actual directora de la organización SENDAS, en la que trabaja desde hace 25 años.
María Isabel fue parte de la Juventud Comunista Ecuatoriana y desde ese momento percibió las diferencias e inequidades con las mujeres.
“Había mucho protagonismo masculino y las mujeres no gozaban de reconocimiento como líderes políticos, estaban relegadas a las históricas tareas de cuidado”.
Ese fue uno de las primeras experiencias machistas que vivió, pero se sumaría su experiencia de acoso sexual perpetrado por un profesor mientras era estudiante universitaria, durante su proceso tuvo poco respaldo de sus compañeros de línea política. Otro hecho importante que marcó su lucha fue cuando tuvo que acompañar a una de sus amigas para que se realice un aborto clandestino, su amiga casi muere en ese proceso, el médico se dio a la fuga. María Isabel se preguntaba por qué les tiene que pasar eso.
“Hasta hace 30 años o incluso hace 5 años nombrarse feminista era casi un insulto, el feminismo no estaba reconocido como una posicion política sino que respondía al prejuicio de una lógica anti-hombres, pero no percibían que trabajamos anti sistema patriarcal, hace 30 años las mujeres no se reconocían feministas sino generólogas, eran mujeres alineadas a las teorias de género o a reconocer el género como una variable de análisis, pero el auto proclamarse feminista a sido una construcción compleja.”
Para María Isabel hay una carga de estereotipos, prejuicios y cuestionamientos al reconocerse feminista porque implica una deconstrucción personal e individual que demanda mucha autoeducación y autoformación.
“Enunciarse feminista no es solo ir a marchas o a plantones contra la violencia o por el derecho al aborto, requiere un ejercicio de formación política casi cotidiano y cuestionarnos permanentemente discursos que una repite todo el tiempo”.
SENDAS tiene como visión apostar a transformaciones estructurales dirigidas hacia la igualdad, justicia y dignidad, implementan estrategias como el fortalecimiento organizativo y el fortalecimiento de capacidades en apoyo a organizaciones sociales o procesos formativos para jóvenes como las escuelas de Liderazgo Juvenil. Su incidencia política se ha visto plasmada en la Ordenanza para la Prevención, Atención Integral y Erradicación de la Violencia Contra las Mujeres, proceso que se lleva construyendo desde hace 20 años. Además se dedican a la investigación-acción y a la educomunicación mediante el diseño de campañas de sensibilización y foros para cambiar patrones culturales.
“Durante muchos años tuvimos la cátedra de salud sexual y reproductiva en la facultad de medicina, nuestra población más importante son las mujeres rurales y jóvenes a quienes más nos alineamos para mejorar sus condiciones de vida”.
En el ámbito polìtico menciona que la Ley Para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres (2018) fue muy importante, pero no era exactamente lo que buscaban ya que no reconoce la violencia de género, el transfemicidio o la violencia hacia la población LGBTQ+.
“Esas son las sutilezas de las negociaciones para tener avances mínimos. Es importante que las nuevas generaciones entiendan que a veces perdemos para ganar, es lo que nos toca negociar políticamente. El ex presidente Lenin Moreno hizo un gran recorte a prevención de la violencia por la crisis económica, Laso ratificó esa dinámica porque la voluntad política para erradicar la violencia de género es mínima, tenemos que avanzar hacia que el marco legal se perfeccione y sea mejor pero en los últimos gobiernos más que avanzar en tema de derechos es no retroceder.
SENDAS también ha trabajado en la ley de atención materno infantil, en la ley de derechos sexuales y reproductivos, en el reconocimiento del matrimonio igualitario e identidad de género.
María Isabel considera que un ejercicio importante es no poner etiquetas de quién es más feminista porque no es una competencia, se trata de reconocer a la otra como un sujeto político activo capaz de sumar fuerzas para avanzar en materia de igualdad.
“Muchas veces una puede estar comprometida hacia el avance de derechos de las mujeres y no reconocerse feminista y está bien”.
Piensa que el puente es un espacio público al que se le ha dado un significado por el posicionamiento del movimiento feminista en la ciudad, pero que no es el único lugar donde se ha hecho.
“Llevamos haciendo murales y grafitis en la ciudad desde hace mucho tiempo, yo lo hago desde los 15 años. Eso es alterar el orden, el puente es un espacio público en el que podemos organizar eventos, reunirnos por su simbolismo pero ninguna es dueña del puente”.
Comenta que todo asunto público como la violencia y el femicidio merece un tratamiento público y el tener un espacio donde se reconozca al femicidio es simbólico, sin embargo, reflexiona que no puede haber una apropiación del espacio público, puede usarse tanto para un performance como para un concierto. Quien da el significado es quien se apropia de ese lugar. El ejercicio transgresor lo hace la gente . Hoy ha sido el puente para el movimiento feminista pero en unos años pueden aparecer nuevos grafitis y denuncias en nuevos lugares. (Consultar archivo)